
Rabietas y pataleos académicos
Esta semana leo una apasionada (y algo airada) discusión en INCYT sobre ResearchGate, Elsevier y demás; por otra parte, me llega un manuscrito de queja sobre los criterios impuestos por la ANECA, y no se me escapa una mueca a caballo este sonrisa y hartazgo. Las quejas sobre sexenios, factores de impacto y anecados han sido una constante a lo largo de mi trayectoria investigadora. Algo más que lógico, por otra parte, teniendo en cuenta que me dedico a la bibliometría y que durante años estuve evaluando currículos académicos y preparando anecas con mis colegas de Sexenios.com. Sin embargo, veo cada vez con más irritación, cómo ahora que estoy más alejado de ese mundo, cualquier seminario, charla, curso o discusión con profesores e investigadores sobre Acceso Abierto, altmétricas y derivadas, siempre acaba terminando del mismo modo (ya sea de manera implícita o explícita): evaluaciones, anecas y sexenios. Y me irrita por dos motivos que se ven claramente reflejados en la discusión de INCYT y en el manuscrito sobre las acreditaciones respectivamente.
1. Porque se habla de manera encubierta de un tema, utilizando otro como excusa
En la discusión de INCYT, todo comento con la difusión por parte de Tomás Baiget de la denuncia de la American Chemistry Society y Elsevier a ResearchGate por incumplimiento reiterado de los derechos de Copyright. Sin entrar a valorar la noticia, enseguida saltan al cuello distintos interlocutores arremetiendo contra las editoriales científicas y algún iluminado planteando a las revistas financiadas con dinero público como la solución de todos los males. En este punto, Isidro Aguillo, que es perro viejo y de pluma fina, lanza un mensaje señalando sutilmente la barbaridad planteada, dado el patio de vecin@s que son algunas de estas revistas. Varios le aplauden y todos tan anchos. Leyendo el debate llegó un punto en el que ni sabía de lo que estaban hablando hasta que la bombilla se me iluminó:
Se leen y se escuchan frases del tipo:
Elsevier se aprovecha de los investigadores que trabajan gratis para las revistas
Cuando lo que se quiere decir realmente es:
Por culpa de los criterios de evaluación tengo que publicar en revistas que me rechazan mis artículos
Y lo que es peor, se olvidan cuestiones como que el investigador cobra todos los meses a final de mes por investigar y que publicar es parte del proceso de dar a conocer sus resultados de investigación. Se olvida también que en España, nadie obliga a nadie a presentarse a sus sexenios ni a sus acreditaciones y que por tanto el investigador es siempre el que decide publicar y/o revisar un paper en cualquiera de estas revistas. Se olvida lo más importante, que (lamentablemente) las revistas son mucho más efectivas que los repositorios o cualquier otro medio para difundir los resultados de investigación y que esta es un labor que se paga. Que las revistas vertebran comunidades y que, casualidades, muchas de las grandes revistas son editadas por estas ignominiosas editoriales a las que todo el mundo odio pero por las que todos darían un riñón por publicar.
Pero no sólo eso, sino que se hace imposible discutir de manera seria y pausada sobre el tema en cuestión al que en un principio se aludía que tenía que ver con cómo redes como ResearchGate y Academia.edu fagocitan el movimiento Open Access, en detrimento de repositorios y hasta de revistas de pago.
2. Porque las quejas y soluciones que se dan nunca abordan el problema
No daré detalles sobre el manuscrito, pero he de reconocer que es muy parecido a tantos otros y a tantas conversaciones y debates a los que he atendido, e incluso de los que he participado. Se centran en criticar criterios ciertamente absurdos, que cada vez alejan más la evaluación tanto de sexenios como de acreditaciones de una verdadera evaluación y la convierten en una suerte de auditoría absurda con criterios supuestamente bibliométricos que poco tienen que ver con la bibliometría y mucho que ver con el colapso de un sistema de evaluación que hace años dejó de funcionar. Esto es mucho más grave (aunque me irrita ciertamente menos) que lo anterior, puesto que hace que sus quejas caigan en saco roto y lejos de ser una denuncia seria al proceso de evaluación, da la impresión de ser un simple pataleo de un colectivo que no llega a los mínimos que marcan las agencias de evaluación.